Las conexiones ticas en Panamá
Un lujoso proyecto turístico en la comarca Ngäbe
Buglé, con una inversión de $40 millones, fue presentado a la Autoridad
de Turismo.
Ereida Prieto-Barreiro
eprieto@prensa.com ![]() |
¿AMISTAD?. Martinelli aprovechó su viaje oficial a Costa Rica para pedir votos para el aspirante presidencial Johnny Araya. |
“Yo no voto en Costa Rica, pero si tuviera que votar como tico,
votaría por Johnny Araya [candidato presidencial oficialista]”,
respondió el presidente panameño, Ricardo Martinelli, a la prensa
costarricense refiriéndose al candidato presidencial del vecino país que
lidera las encuestas de preferencia electoral.
El pasado 4 de
mayo, horas antes de regresar a Panamá tras su participación en la
Cumbre del Sistema de Integración Centroamericana (SICA), en Costa Rica,
Martinelli se reunió con Araya, el candidato del oficialista Partido
Liberación Nacional (PLN), y promovió su figura para Presidente.
El
jefe de campaña de Araya es Antonio Álvarez Desanti, ex ministro y
excandidato presidencial de Costa Rica, que hoy busca ser diputado en la
Asamblea de su país por el PLN.
Álvarez Desanti es la misma
persona que compró en julio de 2010 –a través de la sociedad Desarrollo
Ecoturístico Cañaveral– 685 hectáreas de tierras que limitan con el
Caribe, en áreas protegidas de la comarca Ngäbe Buglé (norte de la
provincia de Chiriquí).
En la reunión con Araya, Martinelli dijo a
los medios ticos que “tienen un excelente candidato y sería un
excelente Presidente, como ha sido un excelente alcalde”.
Según el
gobernante panameño, la reunión fue para conversar sobre “puntos y
estrategias” para “mejorar la calidad de vida de todos nuestros
ciudadanos”, pues Costa Rica y Panamá han sido “aliados naturales”.
Martinelli
también dijo que la cita fue “completamente social, con un amigo de
hace mucho tiempo, el alcalde Johnny Araya, a quien le tengo mucho
aprecio, mucho cariño, mucho respeto, mucha estimación”.
Pero la
tal “amistad de hace mucho tiempo” a la que se refería Martinelli, en
realidad solo tenía menos de tres meses de duración al momento del
encuentro.
Ambos se conocieron en un partido de fútbol entre
Panamá y Costa Rica, el 6 de febrero pasado en esta capital. Araya vino
en la delegación de la presidenta de Costa Rica, Laura Chinchilla, que
visitó el Palacio de las Garzas (ver foto).
Junto
a Araya estaba Álvarez Desanti, como parte de la delegación tica que
fue a la Presidencia y que luego compartió en el palco presidencial con
Martinelli en el estadio Rommel Fernández.
Así lo admitió Álvarez Desanti en la entrevista con La Prensa en mayo pasado.
Pero previamente, en
un correo electrónico, el político negó haber acompañado a Chinchilla
al partido. “Yo no formé parte de la delegación de la Presidenta”,
afirmó.
En ese correo, Álvarez Desanti indicó que “solo
en una oportunidad hemos coincidido [con Martinelli] y fue para el juego
Costa Rica vs. Panamá [en febrero de 2013], donde yo fui parte del
grupo de ticos que asistimos al palco presidencial”.
En entrevista con La Prensa,
Álvarez Desanti confirmó que sí formó parte de la delegación de
Chinchilla, pero se apresuró a aclarar que todos los que viajaron con
ella entraron a la sala de reuniones para hablar con Martinelli, salvo
él, que dijo se quedó afuera.
El político aseguró que ni
Martinelli ni Araya conocen sus planes de construir un hotel en la
comarca Ngäbe Buglé, de más de 40 millones de dólares, y sobre terrenos
bañados por el mar.
Quien sí conoce sus planes es el administrador
de la Autoridad de Turismo, Salomón Shamah, quien dijo que si la
comarca aprueba el proyecto del político costarricense, el Gobierno dará
ayuda económica para promover el complejo, como establece la Ley 80 de
2012.
VENTAS SIN CONTROL
Las
tierras que adquirió en Panamá Álvarez Desanti empezaron a ser
negociadas en julio de 2009 con la abogada Evisilda Martínez que para
esa fecha no tenía los títulos de propiedad de los terrenos,
sencillamente porque las tierras pertenecían a terceros.
Ocho
meses después de haber empezado a negociar –en marzo de 2010– se
instauraron los procesos de prescripción adquisitiva de dominio, recurso
mediante el cual varios supuestos residentes reclamaron ser dueños de
las tierras que, en julio de ese mismo año, vendieron a Martínez y luego
esta a Álvarez Desanti.
Martínez adquirió las tierras tras
veloces fallos judiciales en los procesos de prescripción adquisitiva,
todos promovidos por abogados vinculados a su bufete.
Por esas
tierras, Martínez pagó, en promedio, 3 centésimos de dólar el metro
cuadrado, las cuales vendió al político costarricense en “varios
millones de dólares”.
Álvarez Desanti dijo a este diario que “los
abogados nos recomendaron tomar hasta la huella digital y la firma a los
indígenas en las escrituras públicas”.
Esta afirmación contradice
declaraciones previas del político, que con vehemencia negó haber
participado o estar vinculado al proceso mediante los cuales Martínez
compró las fincas a los indígenas.
El abogado Francisco Martinelli
Patton –primo del presidente, Ricardo Martinelli– tramitó la
suscripción de la sociedad Desarrollo Ecoturístico Cañaveral, sus
estatutos y los cambios de accionistas.
EL Silencio
¿Por
qué estaba tan segura Evisilda Martínez que obtendría fallos favorables
en los procesos de prescripción adquisitiva un año antes de que se
presentaran? ¿Por qué hubo tal velocidad en resolver estos procesos?
¿Cómo se logró vender tierras protegidas? ¿Qué dice la Autoridad
Nacional del Ambiente (Anam) sobre estas ventas? Son preguntas sin
respuestas, ya que ni Martínez ni la Anam accedieron a ser
entrevistados.
Este medio, en reiteradas ocasiones, pidió a la
directora de Áreas Protegidas y Vida Silvestre de la Anam, Ibelice
Anino, información sobre el plan de manejo que elabora la Anam para el
área protegida donde se edificaría el hotel de Álvarez Desanti, pero no
hubo respuesta.
A los moradores de Kusapín, en la comarca Ngäbe
Buglé, les inquieta la presencia de helicópteros y de foráneos en los
terrenos donde han vivido en los últimos 50 años, según dicen.
“Hay mucha corrupción en el Gobierno, y ahora acá. Por eso pido a las autoridades que hagan justicia”, expresó un lugareño.
Denuncian
los pobladores que algunos indígenas son “cómplices” de la venta
“ilegal” de las tierras, pues, a pesar de no residir en el área,
hicieron de testigos en los procesos de prescripción.
El
presidente del Congreso Regional Ño-Kribo, Willy Jiménez, interpuso una
denuncia alegando irregularidades en el trámite de las tierras, pero se
queja de que han pasado años y no hay respuesta. “La Secretaría
Anticorrupción nos dijo que consideraba irregulares esas ventas”, dijo.
Denunció
que aparecen nombres de testigos “que no viven en el área”, y que,
según dice, desconocían que sus nombres hayan aparecido en esos
trámites. “Las ventas fueron ilegales, y los peritajes, testimonios y
certificaciones de la corregiduría de Tobobe eran falsas”, dijo.
Agregó
“no queremos que nos pase lo mismo que en Juan Hombrón. Damani no se
puede vender, la Anam tiene un programa para esa área y en diciembre
[2012] firmó un convenio con el Corredor Biológico Mesoamericano”.
Curiosamente,
tras esta entrevista, Jiménez cambió de opinión. El 12 de abril pasado,
firmó un acuerdo con la empresa hotelera para empezar un “acercamiento y
conversatorio” entre las partes; solicitar a la Anam el estudio de
impacto ambiental e instalar una comisión de desarrollo turístico.
Su
posición era desconocida por los pobladores, pues Jiménez dijo que va a
“visitar cada una de las comunidades para informar lo que estamos
haciendo”.
Este es uno de los reclamos de la comunidad de Río
Caña, ya que las conversaciones se realizan en otro sector, aseguró
Gerardo Tugrí, miembro de la Comisión pro Defensa de las Tierras de Río
Caña. Consideró que las autoridades tradicionales son “cómplices” de las
transacciones, porque “siguen con los planes de inversión en contra de
la comunidad”.
Pidió investigar los procesos de prescripción
adquisitiva “de la forma tan rápida como trabajaron las autoridades para
dar sus fallos”.
“Esperamos que se haga justicia y que se
castigue a los involucrados en esta flagrante venta del patrimonio de la
comarca”, indicó ayer.
Advirtió de que no saldrán de esas tierras y que están dispuestos a defenderlas. (Con información de Sandra Alicia Rivera).
Indígenas no dejarán sus tierras
“No
son títulos de propiedad nuevos. Esas fincas no son parte de la comarca
[Ngäbe Buglé]”, afirmó el ministro de Gobierno, Jorge Ricardo Fábrega,
al referirse a la venta de más de 2 mil 100 hectáreas de tierras
protegidas en ese sector.
Fábrega dijo que, aunque accedió a
verificar las fincas inscritas en el Registro Público, no puede afirmar
que sean “ilegales” o que sean zonas protegidas, porque los títulos
existían antes de la ley de la comarca.
“Si alguien tiene alguna
reclamación, que recurra a las instancias judiciales”, sostuvo. Pero
esto no lo comparten los afectados. “Estas ventas son fraudulentas y
nosotros vamos a derramar sangre si es necesario, para recuperar todas
las tierras”, repetían los indígenas en una reunión comunitaria para
analizar las acciones que adoptarán, de no encontrar una solución
judicial próximamente.
Ereida Prieto-Barreiro
Martínez ´compró´ más playas
Unas
640 hectáreas –dividas en dos fincas– bañadas por aguas caribeñas en la
comarca Ngäbe Buglé fueron vendidas al sorprendente precio de un
centavo el metro cuadrado a sociedades recién creadas y en vertiginosos
procesos de compraventa.
Las primeras 317.8 hectáreas fueron
vendidas en mayo de 2011 por Gerardo Batista en solo 32 mil dólares a la
sociedad Chiriquí Grande Land Company, inscrita en el Registro Público
15 días antes. Esta sociedad fue registrada por la abogada Evisilda
Martínez, gestora de la prescripción adquisitiva de varias otras fincas
en esta comarca.
Como en el escándalo de la venta de 54 hectáreas
costeras en Juan Hombrón, Coclé, estos terrenos fueron reclamados por
testigos que aseguraron ser los dueños. Por ejemplo, Batista fue testigo
en otros procesos, a la vez que alegó ser dueño, desde 2003, de tierras
en las que tenía “sembradíos para consumo familiar”. Menos de un mes
después del fallo que se las adjudicó, las vendió a un centavo el metro
cuadrado. Manuel García, por entonces juez primero de circuito en Bocas
del Toro, pasó por alto la revelación de Batista de que poseía la tierra
solo siete años antes de la demanda de prescripción.
El Código Civil
panameño contempla en su ar-tículo 1696 que el solicitante de la tierra
debe tener, como mínimo, 15 años en posesión del bien para poder pedir
el beneficio legal. Martínez también decidió pedir 28.2 hectáreas de
tierras. Los terrenos pertenecían a la estadounidense Marietta King,
desde 1915, pero la abogada chiricana alegó tener más de 18 años de
ocupar las tierras de forma “pacífica e ininterrumpida”. Tres meses
después del fallo del hoy exjuez García a su favor, Martínez “vendió” en
42 mil 300 dólares las 28.2 hectáreas a la sociedad Punta Cílico Creek,
presidida por ella misma. Al día siguiente –el 9 de febrero de 2010–
compró otras 402.9 hectáreas, a través de sus sociedades The Manati of
the Caribbean y The View Escudo de Veraguas Island, que César Batista
había obtenido previamente, tras uno de los procesos de prescripción
adquisitiva. Todos estos terrenos colindan con el mar Caribe, al igual
que los adquiridos por Desarrollo Ecoturístico Cañaveral, propiedad del
político costarricense Antonio Álvarez Desanti, que aseguró desconocer o
tener relación con otras sociedades.
Al mismo tiempo tomó
distancia de Evisilda Martínez y su esposo, Francisco Castillo: ellos
fueron “introducidos” por asesores de bienes raíces como “propietarios
de las tierras” y no como abogados reclamantes de las tierras, afirmó.
El
político reveló que para “garantizar” que el Congreso General Ño-Kribo
se mantenga a favor de su proyecto turístico, grabó la reunión de nueve
horas, realizada el 17 de mayo pasado.
Moradores de la comunidad de Kusapín aseguran que no permitirán “jamás” estas ventas.
Desde
julio de 2009, Álvarez Desanti y Martínez acordaron la compra de 685.89
hectáreas a través de Desarrollo Ecoturístico, a pesar de que la
abogada no era propietaria de las tierras que vendería. En los veloces
procesos de prescripción adquisitiva participaron los peritos Ursus
Ureña y Alcibíades Romero, que lograron intercambiar roles –sin
restricción alguna– en las inspecciones de las 11 fincas vendidas a
sociedades de Martínez.
Así, ambos pudieron ser, a la vez,
personal del Tribunal de la Causa [Juzgado Primero de Bocas del Toro] y
peritos de la parte demandante –sin despertar sospechas– como consta en
los expedientes. Estos peritos determinaron el valor de cada finca que,
curiosamente, es el mismo monto que pagaban las sociedades de Martínez
por esas tierras.
La entrega de los informes de inspección de los
terrenos se hacía con dos minutos de diferencia. En la entrega de los
informes –según los expedientes– no hubo preguntas para los peritos de
parte de Martínez ni de parte del juzgado.
Y así como no hubo
preguntas para ellos, en los procesos, los abogados contratados por el
juzgado para “defender” a los demandados –los dueños originales de las
tierras– tampoco asistieron a las audiencias. Estas operaciones, que
eran investigadas por la Fiscalía Primera de Bocas del Toro, están en
“prórroga” por solicitud de los demandados.
Álvarez Desanti
aseguró que “nadie de nuestro grupo ha sido llamado a declarar”, aunque
plantea que este es un caso “archivado”, como le han comunicado sus
abogados.
Ereida Prieto-Barreiro
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