jueves, 23 de febrero de 2012

Panamá se suma a bloque minero

En Latinoamérica se invertirán $228 mil millones en desarrollo de proyectos mineros entre el 2012 y 2020.
Mary Triny Zea C.
COBRE. Los mayores consumidores son China y Corea, este último adquirió el 20% de la mina de cobre en Donoso asegurándose la venta del recurso a la refinadora LS-Nikko Copper. BLOOMBERG/Seokyong Lee
 
Pese al rechazo de los indígenas y los ambientalistas por los daños al medio ambiente, la minería ha colocado a Panamá entre los ocho países de América Latina con los mayores montos de inversión destinados a esta actividad.

El respaldo gubernamental a la actividad minera, el pago de una baja regalía (2%), y tasas reducidas, son algunos de los factores que atraen a los empresarios para invertir en proyectos mineros en Panamá.

Según las proyecciones de inversión regional del Centro de Estudios del Cobre y la Minería de Chile (Cesco), hasta 2020, en Panamá se invertirán $4 mil millones en obras mineras.

En total, en Latinoamérica se invertirán $228 mil millones en el desarrollo de proyectos mineros entre el 2012 y 2020 en ocho países, la suma no incluye exploración, ni refinación.

Este sería el monto más importante de la región, citó Cesco, y aunque Panamá lleva la cuantía más pequeña con $4 mil millones, la inversión pone al país en el mapa minero del mundo.

Además, actualmente América Latina recibe el 27% de inversión minera mundial en proyectos de exploración, lo que en 2010 fue $2 mil 883.6 millones.

“El buen panorama regional alienta las exploraciones en todos los países; bajo este contexto Panamá no está exento de ello”, dijo Juan Carlos Guajardo, director ejecutivo de Cesco en una entrevista con este diario a través de correo electrónico.

Los $4 mil millones corresponden a la inversión de Minera Panamá con su proyecto de cobre en Donoso, provincia de Colón, indicó.

La macroinversión se realizará en un área “protegida” y dentro de la parte panameña del Corredor Biológico Mesoamericano, lo que ha generado alertas de la comunidad de biólogos y científicos respecto a las consecuencias del proyecto minero de cobre a cielo abierto.

En el plan inicial de 30 años y explotando tres tajos se deforestarán 5 mil 900 hectáreas en Donoso.
“Es necesario desmitificar respecto de la creencia de que la explotación de los recursos naturales es una maldición o una bendición per se”, expresó Guajardo.

El impacto de explotación de los recursos en el desarrollo de un país depende de las políticas públicas aplicadas, argumentó el directivo.

Entre estas políticas debe aplicarse “necesariamente un estricto control ambiental, especialmente en el caso de Panamá y sus bosques tropicales lluviosos”, señaló Guajardo “Pero eso no significa que Panamá sea incompatible con la minería”, acotó.

El punto del directivo respecto a “los estrictos controles ambientales” es el debate de grupos ambientalistas como Panamá Sostenible, la Asociación Nacional para la Conservación de la Naturaleza, el Centro de Incidencia Ambiental, entre otros que critican la débil institucionalidad de la Autoridad Nacional de Ambiente (Anam) para fiscalizar la minería.

La última crítica se efectuó porque la Anam no le ha exigido a Minera Panamá detener la construcción de la mina hasta que haya un plan de manejo del área protegida de Donoso y la minera se adecúe a este.
Desde el 28 de diciembre de 2011 la filial de Inmet tiene aprobado su estudio de impacto ambiental para proceder con la mina.

En tanto, el consumo del metal rojo aumentó más rápidamente en los últimos años en comparación con las últimas décadas , según Cesco. Sin embargo, la tasa de crecimiento de la producción en la última década es menor que el consumo.

América Latina tiene una oportunidad frente a Asia o África por la alta demanda de materias primas debido al balance entre potencial geológico, estabilidad institucional y condiciones materiales para la operación.
En cuanto a la disposición para aprovechar la oportunidad, Panamá se clasifica como “país en proceso de apertura”, lo que según Cesco, significa que hay iniciativas institucionales para comenzar la industria, al igual que Paraguay, Uruguay, República Dominicana y El Salvador.


La minería canadiense en el mundo

Jennifer Moore *
economia@prensa.com

OPINIÓN. Canadá ha asumido un papel importante en el sector minero a nivel mundial.
El 60% de las empresas mineras de todo el mundo cotiza en las Bolsas de Valores de Toronto, de las cuales se estima que mil empresas canadienses operan fuera de Canadá con 4 mil 300 proyectos mineros en varias etapas de desarrollo.

De los 60 millones de dólares que invierten las empresas mineras canadienses fuera del país, las dos terceras partes se destinan para América Latina y el Caribe.

El gobierno y las empresas mineras canadienses promocionan sus intereses en la región a través del concepto de que Canadá es un país que promociona la democracia, los derechos humanos y la responsabilidad social empresarial.

Sin embargo, a pesar del reconocimiento desde 2005 por el parlamento canadiense y varias instancias de las Naciones Unidas, sobre la asociación entre las empresas mineras canadienses y graves violaciones de los derechos humanos en comunidades afectadas en varias partes del mundo, el gobierno canadiense no ha implementado controles efectivos sobre esta industria globalizada hasta la fecha.

Cabe decir que la minería metálica a gran escala es una actividad que por su propia naturaleza genera enormes impactos ambientales y sociales en donde se encuentra.

Requiere mecanismos de control y de fiscalización fuertes con suficientes recursos para mitigar sus impactos hasta donde sea posible.

Es una actividad, además, que no debería suceder sin el consentimiento de las comunidades afectadas ni en los sitios altamente sensibles ecológicamente y culturalmente por los riesgos que representa.

Por todo lo expuesto, las empresas mineras canadienses continúan operando sin mecanismos significativos en Canadá para controlar sus operaciones fuera del país, mientras gozan de las protecciones privilegiadas para sus inversiones y se aprovechan de la institucionalidad y los marcos legislativos débiles en América Latina.

La autora es Coordinadora del Programa para América Latina Alerta Minera Canadá (Mining Watch).



















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