domingo, 12 de febrero de 2012


Muere Whitney Houston a los 48 años

David Alandete                                           Washington   12 FEB 2012 - 02:29 CET

Whitney Houston, cantante y actriz que sufrió numerosos reveses en su carrera debido a su adicción a las drogas, ha fallecido en la madrugada de hoy a los 48 años de edad, según anunció a la agencia Associated Press su publicista, Kristen Foster, quien no aclaró las causas de su muerte. Houston fue hallada muerta en la bañera de su habitación en el hotel Beverly Hilton de Los Ángeles, donde se encontraba para tomar parte en una fiesta en la víspera de la ceremonia de entrega de los Premios Grammy, que se celebra hoy.

La policía de Los Ángeles ha iniciado una investigación, aunque diversos medios del corazón de Estados Unidos, como TMZ, han revelado que los agentes encontraron medicamentos en su habitación y que la probable causa de la muerte es el ahogamiento. Los agentes declararon muerta a Houston a las 15.55 de la tarde, hora de California. El teniente de policía Mark Rosen ha asegurado ante la prensa que "no había signos evidentes de conducta criminal".

La cantante iba a asistir a una fiesta que había organizado su mentor, el productor Clive Davis, fundador de la discográfica Arista. Este decidió no cancelar el evento, celebrado en el mismo hotel en el que Houston había muerto horas antes. "A ella le hubiera gustado que siguiéramos adelante con esto", dijo Davis a los reunidos. Acudieron anoche a esa reunión artistas como Alicia Keys, Britney Spears, Eva Longoria, Diana Ross, Jane Fonda o Tom Hanks, vestidos todos de gala. Los medios del papel cuché de EE UU publican hoy fotos del evento, incluidos los sonrientes posados en la alfombra roja.

La cantante, en un programa de televisión, en 2009
Houston nació en 1963 en Nueva Jersey, en una familia de sólidas raíces musicales. Su madre, la cantante gospel Cissy Houston, era prima de Dionne Warwick, una de las grandes damas del soul y el pop en EE UU. La llamada reina del soul, Aretha Franklin, fue la madrina de Houston. De niña cantó en su iglesia, de afiliación baptista, dando pruebas de su potente voz a edad muy temprana.

Cuando tenía 18 años, Davis la descubrió cantando en un club de Nueva York. En 1985 publicó su primer disco, con la compañía de ese productor, Arista, con la que permanecería hasta sus últimos trabajos. En él mezclaba el soul con animadas melodías, muy bailables, que acabaron convirtiéndose en emblemas de aquella década, como How will I know. El álbum llegó al número uno de la lista Billboard y dio tres sencillos que también llegaron a lo más alto de esas clasificaciones. Vendió 13 millones de copias.

Repitió el éxito con su segundo disco, Whitney, que la consolidó como una potente fuerza en el mundo del pop. El primer sencillo de ese álbum, I wanna dance with somebody (who loves me), llegó también al número uno de las listas en diversos países. El punto máximo de su fama mundial le llegó, sin embargo, con la que sería la incursión más exitosa de las tres que realizó en el cine: El Guardaespaldas, de 1992.

Houston actuó en el largometraje y grabó para la banda sonora una versión de la canción I will always love you, de Dolly Parton. El sencillo estuvo 14 semanas en lo más alto de la lista Billboard y se convirtió en el más vendido en la historia por una cantante femenina. El disco tuvo además dos nominaciones a los Premios Oscar por dos canciones diferentes (Run to you y I have nothing) pero finalmente perdió frente a Aladdin. La banda sonora vendió 17 millones de copias.

Houston ganó seis Premios Grammy, en reconocimiento a una voz a la que la crítica consideraba unánimemente un portento, hasta que la cantante se zambulló en un autodestructivo ciclo de drogadicción. El detonante que cambió su vida fue su matrimonio con el también cantante Bobby Brown, de quien acabaría divorciándose en 2007. Desde entonces, su comportamiento, en escena y fuera de ella, pasó a ser cada vez más errático.

En 2000, el compositor Burt Bacharach prescindió de ella en la corte de artistas que iban a cantar en la ceremonia de entrega de los Oscar por sus desplantes y fallos de voz. Iba a interpretar Over the rainbow, de El Mago de Oz. El mismo año, la policía del aeropuerto de Hawai la sorprendió con marihuana en su bolso. Ella se fugó antes de que la pudieran interrogar.

Al año siguiente, en julio de 2001, tomó parte en un concierto de homenaje a Michael Jackson, en el Madison Square Garden de Nueva York. Cantó Wanna be startin somethin. Estaba esquelética, con los brazos y piernas extremadamente delgados. Su prodigiosa voz se había esfumado. Las revistas del corazón comenzaron entonces a especular sobre su gusto por drogas más duras que la marihuana.

Su carrera se resintió. El disco Just Whitney, de 2002, fue un fracaso. Debutó en el número tres de la lista Billboard y vendió solo 200.000 copias. Finalmente, ingresó en rehabilitación en dos ocasiones, en 2004 y 2005. En aquel entonces la presentadora Diane Sawyer le preguntó en una entrevista televisiva sobre los rumores de su adicción al crack. "El crack es barato. Gano demasiado dinero para fumar crack. Que quede claro. Yo no fumo crack. Es una mierda", dijo, en unas declaraciones que dieron la vuelta al mundo.

Aparte de un disco de temas navideños, hasta 2009 no volvería a publicar material original. Presentó un último álbum, I look to you, hace tres años, en el programa de televisión Good Morning America. En el directo quedó constancia de que la voz no había regresado. Fue una debacle. En una gira internacional que comenzó en febrero de 2010 recibió duras críticas por sus malas actuaciones en Australia y Gran Bretaña. Desorientada sobre las tablas, fue incapaz de sostener las notas de la canción I will always love you.
Oprah Winfrey la entrevistó en 2009. De su voz, la célebre presentadora, le dijo: “Era un portento nacional. ¿Qué pasó?”. Houston culpó a su exmarido de su deterioro. "Algo le pasa a un hombre cuando su mujer alcanza una fama mayor", dijo Houston en aquella entrevista. Del matrimonio solo quedaron malos recuerdos. Él le llegó a partir un labio y ella le abrió la cabeza con un teléfono.

En el momento de su muerte, Houston planificaba su enésimo retorno. El pasado mes de septiembre, la revista The Hollywood Reporter había anunciado que participaría en un remake de la película de 1976 Sparkle. Este fin de semana, antes de su muerte, los medios norteamericanos habían revelado además que se le había ofrecido un puesto como juez en el programa de telerrealidad musical The X Factor.

Whitney Houston saliendo de un local nocturno el pasado jueves en Los Ángeles. / DAVID TONNESSEN (CORDON PRESS)
  
Antes de que se convirtiera en un caso triste, Whitney Houston transformó el modelo de diva del soul; también alteró los métodos de elaboración del pop comercial. Su carrera, desde luego, pudo discurrir por otras vías: cuando ejercía de modelo, también grababa con el colectivo vanguardista Material, compartiendo créditos con Fred Frith o Archie Shepp. Y evitó por los pelos el callejón sin salida de la disco music, espejismo para tantas vocalistas de grandes pulmones.

Gerry Griffith, el cazatalentos de Arista que la vio actuando con su madre en 1983, comprendió que tenía un lienzo en blanco. Whitney poseía la suficiente legitimidad histórica (mamá Cissy, prima Dionne y "tía Aretha", amiga de la familia) para que no necesitara exhibir su autenticidad. Whitney podía saltarse ese paso y entrar directamente en el mainstream. Iba a ser una estrella pop, aunque sus cuerdas vocales y sus ecos de la iglesia la situaran en la tradición del soul, ya entonces rebautizado R&B para quitar las connotaciones del black power sesentero.

Arista tardó casi tres años en elaborar su estreno, Whitney Houston (1985). Se tomaron decisiones sin precedentes: realizó showcases, actuaciones privadas para compositores y productores, como retándoles a atreverse a usar sus poderes interpretativos. Tina Turner ya había triunfado repartiendo juego entre diferentes productores, para que el álbum resultante alcanzara máxima variedad y se evitaran los rellenos.
Reconociendo la realidad de una radio segmentada por formatos, Arista logró introducirla en todos los nichos posibles: dance, urban, pop, contemporary adult. Sus discos abundaban en duetos y colaboraciones: Stevie Wonder, Luher Vandross, Faith Evans, Missy Elliott, Fugees, Brandy, los Winans. Detrás de la mesa, grandes expertos en producto rutilante: Kashif, Jellybean Bénitez, Michael Masser, Jermaine Jackson, Narada Michael Walden, LA Reid & Babyface. Arrasaba con las baladas pero sus temas rápidos eran remezclados para las pistas de baile. Clive Davis, el lince de Arista, aplicaría luego fórmulas similares para artistas caídos en la rutina, como Carlos Santana.

Vocalista multiusos

Con sus diez primeros años de éxito, Whitney se elevó a patrón oro de la vocalista multiusos. Se apropiaba de temas-himno ajenos, como I’m every woman (Chaka Khan) o I’ll always love you (Dolly Parton). Desdichadamente, sus rasgos estilísticos se degradaban por el abuso de otras cantantes y, horror, las participantes en concursos televisivos; ellas tendían a sobreactuar los melismas y adornos que a Whitney le resultaban naturales.

A partir del impacto de El guardaespaldas, su ruta se hizo incierta. Tal vez pretendió seguir el ejemplo de Barbra Streisand en Hollywood: dejó de lanzar discos nuevos y se reservó el material fresco para las bandas sonoras de sus películas. Fue acusada de menospreciar al exigente público negro, aunque sus siguientes papeles respondían a arquetipos de la minoría afroamericana. Le fallaba estrepitosamente la conexión con sus seguidores, obligados a defenderla de los rumores de lesbianismo, forzados a argumentar su relación con Bobby Brown (pero ¿no es cierto que muchas chicas buenas se sienten atraídas por los chicos malos?). Cuando salieron a la superficie sus problemas con las substancias, no le funcionó su ejercicio de "limitación de daños" ante la televisiva Diane Sawyer. Su participación en Being Bobby Brown, el reality show de su marido, tampoco ayudó.

Todo conspiró contra el intento de retomar su lugar. Los errores, los titubeos de algunos conciertos se convirtieron en noticia a toda plana, cuando seguramente habrían quedado en anécdota para fans de haber sido protagonizados por alguien menos escrutado. Con todo, nadie se atrevía a asegurar que su periodo creativo había terminado. Si hubiera querido, si hubiera podido, si hubiera recargado las pilas, le esperaba una madurez productiva. No podrá ser.

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