lunes, 29 de octubre de 2012

En el caso de Svemark surgen nuevos nombres de funcionarios panameños

Yariela De Sanctis, la nueva clave en el caso Svemark
Neir Carraswco Kerekes
La enigmática funcionaria estuvo presente en las negociaciones para la construcción de cárceles modulares desde el primer contacto. Hoy nadie da razón de ella
 
El ministro José Raúl Mulino ha negado toda posibilidad de que funcionarios panameños estén involucrados en la red de corrupción, sin embargo aparece su secretaria  ejecutiva Yariela De Santics, quien lo reemplazó muchas veces con las transacciones del consorcio italiano Svemark, para la construcción de cárceles modulares.
 
En Italia el fiscal Henry Woodcock está convencido de que en la investigación por corrupción que adelanta tras el escándalo de Valter Lavitola aún hay mucha tela que cortar.

Uno de los episodios claves está en el fallido contrato entre el gobierno de Panamá y la empresa Svemark, para la construcción de tres cárceles modulares en el país centroamericano.

Woodcock ha tenido éxito. Entre las más de 200 páginas de las declaraciones de Mauro Velocci y la transcripción de las grabaciones que el empresario italiano hizo en cada una de las reuniones que sostuvo con funcionarios del gobierno panameño, un nombre que se repite sin variación ha llamado su atención.

Se trata de Yariela de Sanctis, asistente ejecutiva del ministro de Seguridad, José Raúl Mulino.

De Sanctis, según Velocci declaró en Nápoles en diciembre de 2011, fue una pieza clave en las negociaciones del Ministerio de Gobierno y Justicia, entonces comandado por Mulino, y el consorcio italiano Svemark para la construcción de cárceles modulares.

Su papel en la consecución del contrato era tan importante que De Sanctis ‘muchas veces reemplazó al ministro en las reuniones’, declaró Velocci.

LA PISTA EN PANAMÁ

Las declaraciones de Velocci, además de las grabaciones que le confiscó la fiscalía, ‘son clave en la investigación’, dijo una fuente que conversó con el fiscal napolitano.

En ellas, se detalla cuál fue el papel que jugó De Sanctis en la trama entre el gobierno de Panamá y el consorcio italiano Svemark. Cada una de las aseveraciones de Velocci, cuenta la fuente en la fiscalía, han sido contrastadas con los audios.

Las pistas han llevado a Woodcock tras la asistente de Mulino, que hasta el momento había pasado casi desapercibida en las investigaciones que envuelven el Memorando de Entendimiento firmado entre Italia y Panamá en junio de 2010.

EL ENLACE

En 2008, Claudio Fagiano, colaborador de la campaña presidencial de Ricardo Martinelli, le propuso a Velocci promover en Panamá la construcción de cárceles modulares. El momento era propicio, pues en un año, Panamá elegiría a un nuevo presidente.

Martinelli llegó al Palacio de Las Garzas. Fagiano volvió a llamar a Velocci, esta vez para decirle que la propuesta de las cárceles modulares ya había sido conversada con el Ministerio de Gobierno y Justicia. El primer encuentro de Velocci con las autoridades del gobierno panameño fue en agosto de 2009. Fagiano logró una cita para Velocci con Mulino, a través de su asistente ejecutiva: Yariela De Sanctis.

Una noche antes de la reunión con Mulino, Fagiano llevó a Velocci a la casa de un empresario panameño, llamado Gili Ovadia. Allí, Fagiano recomendó la participación de Ovadia como consultor en la negociación con el gobierno panameño. Ovadia destacó incluso el hecho de que él podía hablar directamente con De Sanctis, ‘por ser su amigo’, tomando en cuenta que la reunión se había dado por intervención de ella (De Sanctis).

Velocci aceptó. Fagiano se quedaría como agente de Svemark en Panamá.

Al día siguiente fueron al encuentro con Mulino. Velocci y Fagiano presentaron el proyecto de las cárceles modulares al ministro. En esa reunión estuvieron presente el viceministro Alejandro Garuz, el director del Sistema Penitenciario, Diomedes Kaa, Julissa Centeno, encargada de proyectos especiales del ministerio de Gobierno y De Sanctis.

Después de la reunión, los directivos de Svemark visitaron las cárceles panameñas. Entonces presentaron un proyecto piloto a De Sanctis.

En los meses siguientes, transcurrieron una serie de reuniones. En ellas, De Sanctis empezó a ejercer presión sobre Velocci y Angelo Capriotti, gerente de Svemark, para que Fagiano y Ovadia crearan una sociedad con los italianos y constituyeran una nueva empresa.

Las intenciones de De Sanctis —aseguró Velocci a los fiscales— era que el 70% de la nueva empresa fuera para Fagiano y Ovadia.

De Sanctis siguió usando sus influencias para coaccionar a los italianos. En diciembre de 2009, el ministro Mulino se ausentó, dejando a De Sanctis al frente de las negociaciones.

En el marco de la visita preparatoria del ministro de Relaciones Exteriores de Italia, Adolfo Urso, quien se encargaría de arreglar todo para la firma del Memorando de Entendimiento entre los dos países, Mulino volvió a citar a Velocci. En su despacho, junto con De Sanctis y Garuz, el ministro recomendó a Svemark que para tener grandes posibilidades, el contrato de las cárceles debía incluirse dentro del Memorando. Los empresarios italianos enviaron el pedido a Roma.

En junio de 2010, unos días antes de la firma del acuerdo bilateral, seguían las reuniones entre Velocci y Mulino para definir los sectores de tratamiento de las cárceles. En ese periodo, De Sanctis exigía que entre la documentación presentada al ministro debía incluirse la prueba de la constitución de la nueva empresa, bajo sus condiciones.

Velocci declaró en la fiscalía que rompió con De Sanctis ante la insistencia de la mujer por controlar la sociedad. El italiano puso como condición para los requerimientos accionarios de la asistente de Mulino, que se garantizara la firma del contrato. Mientras Capriotti mantuvo a Fagiano en las negociaciones. Velocci no volvió a tratar con De Santics.

A finales de ese mes, el premier de Italia, Silvio Berlusconi, y el presidente Ricardo Martinelli firmaron el acuerdo. Un contrato con Italia para la compra de radares, mapas cartográficos digitales y helicópteros al conglomerado Finmeccanica y el contrato para la construcción de tres cárceles modulares al consorcio Svemark.

Por esos días, Mulino salió del ministerio de Gobierno para comandar el de Seguridad. Roxana Méndez se encargó de la cartera de Gobierno y quedó al frente de las gestiones para la construcción de las cárceles.

Pero De Sanctis siguió en el asunto. A mediados de septiembre de 2010, Velocci, Capriotti y el embajador Plácido Vigo, por petición de Valter Lavitola, fueron recibidos en el ministerio de Gobierno. Fueron atendidos por el viceministro Luis Hincapié, a los minutos de haber empezado la reunión entró Yariela De Sanctis.

Hincapié dijo ‘no saber nada sobre la cuestión de las cárceles’. No tenía idea de qué tanto ignoraba. Antes que siguiera hablando fue interrumpido por De Sanctis, quien aseguró que ‘ya la ministra estaba enterada de todo’.

Velocci, que no le perdía movida a la asistente de Mulino, notó la sorpresa en el rostro de Hincapié.

Todo parecía seguir su curso pero a mediados de 2011 el ministerio desestimó el contrato con Svemark, alegando precios elevados.

En pocos días, el Ministerio de Gobierno firmó un nuevo contrato para cárceles modulares móviles con la empresa española Construcciones y Remodelaciones Eurox S. A.

Ubicar a De Santics ha resultado hasta ahora otro acertijo. En la oficina de Prensa del Ministerio de Seguridad dicen que ‘hace tiempo no la ven’. Aseguran que el ministro Mulino es quien puede dar razón de la funcionaria.

No obstante en el nodo de transparencia aparece con el cargo de Asistente Ejecutiva II y un salario de $4,500.

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