miércoles, 3 de octubre de 2012

Lavítola reclama y denuncia

Lina Vega Abad / Santiago Cumbrera   
 
Avión que llevó a Valter Lavítola y a Rogelio Oruña a Santa Lucía, la isla caribeña a donde el italiano acudió a buscar documentos para atacar al exaliado de Berlusconi, Gianfranco Fini.
El presidente, Ricardo Martinelli, ha dado por cerrado en dos ocasiones el affair Lavítola-Berlusconi-Finmeccanica. Sin embargo, como la mala hierba, los personajes de la trama surgen una y otra vez en un conflicto que tiene en Italia aristas judiciales y políticas.
 
Primero fue el anuncio hecho por el mandatario en enero de 2012 sobre la llegada de una carta que probaría que no se había producido soborno alguno en la transacción de $250 millones por la compra de radares, helicópteros y un mapa digital al conglomerado Finmeccanica.
 
La carta, efectivamente, llegó, pero la firmó un representante de la empresa que es investigado en Italia, entre otras cosas, por la creación de un “fondo negro” alimentado con supuestos sobrecostos para sobornar. Es decir, su credibilidad está en duda.
 
Más recientemente, Martinelli informó que los tribunales de justicia italianos habían cerrado el caso, cuando en realidad lo que se anuló fue la orden de detención preventiva de Valter Lavítola, el hombre clave en el proceso de negociación y firma de los millonarios contratos entre Panamá y Finmeccanica. Los procesos, entre ellos el de corrupción internacional en el que se menciona a Panamá, siguen abiertos y Lavítola se mantiene detenido acusado de múltiples cargos.
 
Ahora, en una carta del 13 de diciembre de 2011, escrita por el propio Lavítola cuando se encontraba prófugo de la justicia en Brasil, y dirigida al hoy ex primer ministro italiano Silvio Berlusconi, surge nuevamente el nombre del presidente Martinelli.
 
Las revelaciones
 
Según informaron la semana pasada los medios italianos, la misiva fue encontrada por los fiscales de Nápoles Henry Wooddcock y Vicent Piscitello, en la computadora del empresario italo-argentino Carmelo Pintabona, detenido por un caso de fraude electoral.
 
En la carta, que nunca llegó a las manos de Berlusconi, Lavítola reclama ayuda económica al ex primer ministro italiano, enumerando los beneficios obtenidos por sus gestiones, así como las promesas que supuestamente le hiciera Il Cavalieri.
 
En ese contexto, Lavítola menciona un supuesto aporte de 150 mil euros (unos $190 mil) del mandatario panameño, para los gastos relacionados con lo que llama “la casa de Monte Carlo”, gestiones que buscaban desprestigiar a Gianfranco Fini, un antiguo aliado político de Berlusconi y hoy presidente de la Cámara de Diputados.
 
Estas acciones incluían un viaje a la isla caribeña de Santa Lucía, a donde fue Lavítola a buscar documentos que incriminarían al político italiano.
 
Lavítola también menciona el costo de un viaje privado de Panamá a Roma (300 mil euros o $387 mil) que habría cubierto Martinelli (ver facsímil).
 
Igualmente, el hoy detenido en la prisión napolitana de Poggioreale menciona la utilización de pilotos para enviar dinero de un país a otro, y que Berlusconi le regaló $100 mil euros (unos $129 mil) a Martinelli por unos derechos de televisión.
 
En la larga misiva de 25 páginas, Lavítola le reclama en un tono desesperado a Berlusconi no solo dinero y puestos de trabajo para familiares y allegados, sino el haberlo dejado solo. “Francamente le digo que no sé si es real la distancia que ha tomado [o], si es una mezcla de cobarde autopreservación y malos consejos...”, se queja Lavítola.
 
ENREDOS CARIBEÑOS
 
El viaje a la isla de Santa Lucía que menciona Lavítola en su carta-reclamo a Berlusconi ya se conocía como parte de los movimientos de Valter Lavítola.
 
Investigaciones previas de este diario identificaron al empresario estadounidense Rogelio Oruña, como el dueño del avión que llevó a Lavítola a Santa Lucía, en septiembre de 2010 (ver fotos).
 
Oruña, del conglomerado empresarial dominicano/español IBT Group que ha obtenido contratos por unos $424.5 millones durante la administración Martinelli, confirmó a principios de este año este dato en entrevista con La Prensa.
 
“En una ocasión yo iba a Santa. Lucía y vino [Lavítola] en el avión... Él estaba haciendo su investigación en la isla Santa Lucía, del Gobierno italiano, y yo estaba cotizando unos proyectos”, relató Oruña.
 
La Prensa: ¿Y usted por qué formó parte del equipo que fue a entrevistar a una autoridad de allá?
 
Rogelio Oruña: es que él [Lavítola] no habla inglés, esa fue la vez que fue en mi avión... Y él me dijo: ´me voy contigo porque tengo que hacer, sacar una cita con el ministro´, y que yo le sirviera de traductor”.
 
LP: ¿De dónde viajaron?
RO: De aquí de Panamá.
LP: ¿De Panamá a Santa Lucía?
RO: Correcto.
 
La participación de Oruña intentó ser ocultada por Lavítola –entonces director del diario italiano Avanti!– al ser sorprendido en Santa Lucía por otros periodistas.
 
Interrogado sobre su presencia en la isla, Lavítola dijo que había llegado el domingo 26 de septiembre de 2010 en un vuelo de American Airlines. Sin embargo, un programa de televisión captó momentos en que Lavítola llegaba a la isla en un jet privado el lunes 27 de septiembre de 2010, procedente del aeropuerto de La Romana, en República Dominicana.
 
Se trataba de un Cessna Citation (con matrícula N441BP), con cuatro personas más. Uno de ellos, Rogelio Oruña, quien dijo ser su dueño (foto superior).
 
Según Lavítola, salió de Centroamérica –sin precisar de qué país– y llegó a Santo Domingo. Estando allí, le informaron de una conferencia de prensa en Santa Lucía y que para poder llegar allí le pidió a un rico empresario dominicano amigo suyo –“muy querido”– que le prestara su avión. Ese amigo, según dijo, era Oruña.
 
Pero la maraña de enredos llevó igualmente a Lavítola a decir que la aeronave era de una empresa de aerotaxis llamada Dom Alive, que en República Dominicana también tiene casinos, cuyo responsable es un empresario español llamado Pablo Piñero Imbernon.
 
Pero Lavítola no fue el único que mintió sobre ese viaje. Sus acompañantes también lo hicieron.
Un periodista dominicano que acompañó al italiano, así como su intérprete –que resultó ser Oruña– dijo que habían llegado a Santa Lucía en un vuelo de la aerolínea American Eagle.
 
Finalmente, el misterio lo resolvió el propio Oruña, al confirmar que fue su avión el que llevó a Lavítola a la isla.
 
De alianzas y peleas
 
“Debo decir que estoy satisfecho y que el tiempo es un caballero... Berlusconi es un corrupto”, dijo Fini con indignación, tras conocerse el contenido de la carta de Lavítola la pasada semana.
La rocambolesca historia tiene su origen en los conflictos entre Berlusconi y Fini, líderes de una alianza de grupos políticos unidos desde 1994.
 
A mediados de 2010, las diferencias entre ambos hicieron explosión. “Ya no estoy dispuesto a aceptar el disenso...”, dijo en julio de 2010 Berlusconi, aludiendo la falta de apoyo de Fini a su proyecto sobre escuchas telefónicas que pretendía limitar el trabajo de jueces y periodistas.
 
Fini también apoyó la investigación sobre la presunta asociación secreta que intentaba hacerse con contratos y condicionar los nombramientos de los jueces del Consejo Superior de la Magistratura y de tribunales, en busca de futura protección.
 
“Si quieres hacer política, renuncia a tu cargo institucional”, le gritó Berlusconi a Fini en una célebre reunión reseñada por los medios.
 
Luego vino lo que Fini denominó “una obsesiva campaña de prensa y televisiva”, para destruir su carrera política, orquestada por medios vinculados a Berlusconi.
 
“El que utiliza los medios de comunicación como un fin... para tratar de eliminar a los adversarios políticos con amenazas, falsedades, dossieres y calumnias, destruye la democracia”, denunció.
 
Lo siguiente fue la divulgación en Italia de un documento, supuestamente emitido por el ministro de Justicia de Santa Lucía, en el que se probaría que Finni había utilizado dos sociedades anónimas para esconder la propiedad de un apartamento en Mónaco, que había sido dado en herencia a su partido. “La casa de Monte Carlo”, que menciona Lavítola en su carta.
 
“El dossier contra Fini ha sido fabricado por una persona muy cercana a Berlusconi, que ha viajado por Suramérica, y en el momento oportuno sabrán su nombre”, dijo en septiembre de 2010 un aliado de Fini.
 
No hubo que esperar mucho. La Repubblica publicó entonces que el autor del montaje era Valter Lavítola.
 
Ahora, Lavítola revela en la carta que ha vuelto a poner en la agenda pública –en Italia y Panamá– la maraña de corrupción en tiempos de Berlusconi, que habría contado con el apoyo del Presidente de Panamá para financiar esas gestiones.
 
Martinelli, sin embargo, lo niega. (Ver imagen de su Twitter).
(Con información de Rolando Rodríguez B. y Ereida Prieto-Barreiro).

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