martes, 30 de octubre de 2012

De Sanctis: ‘Yo trataba con Fagiano, no con Velocci’
Neir Carrasco Kerekes
La exasistente del ministro de Seguridad confirma las reuniones con los italianos, pero niega haber presionado para la creación de una sociedad. Se siente abandonada por el gobierno
 
‘Me arrepiento de haber trabajado en el gobierno’
Confirma todas las reuniones con los italianos. Asegura que en el Ministerio de Seguridad la han dejado sola
Yariela De Sanctis está sorprendida al conocer que su nombre se menciona dentro de las esferas judiciales de Italia.

Pero no solo eso la ha dejado pasmada. De Sanctis, que trabajó por casi tres años en el gobierno, no entiende por qué en el Ministerio de Seguridad no dieron informes sobre ella. ‘No entiendo por qué no te dieron mi número de teléfono, allá lo tienen’, dijo la exasistente del titular de Seguridad, José Raúl Mulino, en una conversación que sostuvo con La Estrella.

De Sanctis confirmó las reuniones con los señores Mauro Velocci y Angelo Capriotti, entre otros empresarios más, para la preparación de un proyecto que ayudaría a subsanar el problema de hacinamiento carcelario en Panamá.

Cuenta que fue a través de un vecino, Gili Ovadia, que los empresarios italianos se acercaron al Ministerio de Gobierno. ‘Él me dijo que tenía a unos empresarios que querían una cita con mi jefe (Mulino), porque tenían una solución al problema de hacinamiento del Estado’.

Unos días después —dice— vuelve a encontrarse con Ovadia, quien le presenta a un italiano, Claudio Fagiano. ‘Me pareció una persona muy seria’, añade. Fagiano trabajaba en la compañía Ital Tecno, y aprovechó el momento para pedirle a ella una cita con el ministro.

‘Solicité a través de la secretaria del Despacho una cita para que el ministro atendiera a los empresarios italianos’, recuerda.

De Sanctis asegura que era con Fagiano, en representación de Ital Tecno, con quien el ministerio estaba llevando adelante las conversaciones para la construcción de las cárceles. ‘Yo no traté con Svemark ni con Velocci. El trato era con Fagiano, porque él representaba a Ital Tecno’.

En la reunión con Mulino, Fagiano presentó un borrador del proyecto carcelario al ministro. ‘Llevó su portátil y desde allí hizo una presentación para el ministro’.

Mulino le sugirió a Fagiano reunirse con personal del Sistema Penitenciario, para que ellos le dieran un pantallazo de la situación de las cárceles panameñas y cuáles eran las necesidades más apremiantes en esa materia.

‘ Ellos pidieron la cita al Sistema Penitenciario. Habían tres puntos específicos. Eliminar el hacinamiento en La Joya y La Joyita, la construcción de una nueva cárcel en Colón, y una en La Chorrera’

Después de ese primer encuentro, se dieron varias reuniones más, confirmó la exasistente de Mulino, en ellas estuvo Velocci, pero sostiene que era muy poco el trato que tenía con él. ‘Yo no hablaba con ese señor. Él ni siquiera hablaba bien español. Nunca tuve trato con Svemark, todo fue a través del señor Fagiano’.

La exfuncionaria niega las declaraciones de Velocci, consignadas en el expediente de la fiscalía en Nápoles. ‘Jamás atendí sola al señor Velocci. Yo no tengo nada que ver con esa sociedad. Eso es falso’.

Dice que solo lo atendía ‘como le ordenaban que lo hiciera’.

Su papel, en esas conversaciones, dice que era proporcionar información sobre los requerimientos de las cárceles. Pero había algunos impedimentos para desarrollar el proyecto. ‘No había plata ni terrenos’.

Cuenta que la siguiente vez que lo vio fue unos días antes de la visita del ministro de Relaciones Exteriores, Adolfo Urso, a Panamá. Los empresarios querían traer un modelo de las cárceles modulares. ‘Me tocó llevarlo a la Policía. Allí instalaron el modelo’.

Luego, con el cambio de mando en el Ministerio de Gobierno y la creación de la cartera de Seguridad, De Sanctis asegura haber traspasado toda la documentación, ‘un informe de 70 páginas’, al despacho de la ministra Roxana Méndez, después solo vio a Velocci una vez más. Fue en una reunión en la biblioteca del ministerio, allí estaban el viceministro de Gobierno, Luis Hincapié; Velocci, Angelo Capriotti y el embajador de Italia en Panamá, Plácido Vigo. ‘Yo no abrí la boca en esa reunión. Fui porque me llamó el ingeniero Hincapié’, explica.

Esa fue la última vez que estuvo en una reunión con Velocci, señala, salvo algunas ocasiones en que se encontraron por los pasillos de la sede del ministerio. ‘Unas dos o tres veces. Nos saludamos cordialmente y ya’.

También volvió a tener contacto, tiempo después con Fagiano. ‘Lo encontré y me preguntó por lo de las cárceles y le dije que había quedado en manos de la ministra Méndez. Él me dijo que lo habían sacado como representante de Svemark, que no lo habían llamado ni le habían dicho más nada’.

NO ERA SVEMARK, SINO ITAL TECNO

De Sanctis afirma que, mientras el trato se hacía en el Ministerio de Gobierno, comandado por Mulino, era Ital Tecno la empresa que negociaba con el gobierno. Agrega que una vez el contrato queda en manos de Svemark, los precios por las cárceles aumentó. ‘No eran los mismos precios que nos había presentado Ital Tecno’.

Sobre las supuestas presiones, que Velocci asegura, ejercía sobre para constituir una sociedad con Gili Ovadia y Claudio Fagiano, aduce que fueron los italianos los que crearon una nueva sociedad panameña.

‘Yo no tengo nada que ver con esa sociedad’, dice De Sanctis, recalcando que tiene en su poder todos los documentos que prueban que nunca estuvo en conversaciones con Svemark, como declaró Velocci en Italia.

En medio de toda esta maraña, De Sanctis se siente abandonada por quienes trabajaron con ella. Su frustración, señala, es el daño emocional que esto le ha causado a ella y a su familia. ‘Me dejaron sola’, sostuvo en alusión a que en el ministerio nadie dio razón de ella o le dio informes sobre la información que requerían de ella.

‘Yo no soy política. Y con esto descubrí lo sucia que puede ser la política. Me arrepiento de haber trabajado en el gobierno’.

De Sanctis está dispuesta a acudir a los tribunales en Panamá y en Italia a dar su versión del caso. ‘Me gustaría saber. . . no, mataría por saber por qué ese señor me involucró a mí en eso. Yo quiero que investiguen y que le pregunten a él, y a mí que me pongan el polígrafo’.

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