Por su valentía y perseverancia, la joven activista paquistaní ha sido nominada al premio Nobel de La Paz 2013
Marisol Ríos
nrios@prensa.com 
“Tengo derecho a la educación, el derecho a jugar, a cantar, a
hablar, tengo el derecho de ir al mercado... tengo derecho de alzar la
voz”, así respondió Malala Yousafzai, una activista adolescente de
origen paquistaní, en entrevista concedida a un periodista de CNN, en 2011.
Sus palabras, en favor de de la educación femenina, desataron la ira del Talibán, al punto que intentaron acabar con su vida.
Es así como el martes 9 de octubre de 2012, Malala –como comúnmente
se le cita en los medios de comunicación– fue atacada por un miliciano
del Tehrik e Taliban Pakistan (TTP) que le propinó varios disparos de
fusil, que le causaron heridas en la cabeza y el cuello.
Todo ocurrió mientras Malala se dirigía a su casa en un autobús
escolar. En el atentado, dos de sus compañeritas también resultaron
heridas.
Por la gravedad de su estado, la joven activista fue trasladada al hospital Reina Isabel de Birmingham, en el Reino Unido.
La agresión generó de inmediato la condena internacional. Reconocidas
personalidades del ámbito político y artístico manifestaron su apoyo a
la valiente muchacha.
Profundamente conmovido, su padre expresó: “Querían matarla. Pero
solo se ha caído durante un tiempo. Volverá a levantarse, volverá a
defenderse”. Y así sucedió.
FORTALEZA
Después de varias operaciones en las que se reparó uno de sus oídos y
se le instaló una placa de titanio en el cráneo, Malala salió del
hospital en febrero pasado, reportó la agencia EFE.
Con 15 años, esta adolescente de una fortaleza impresionante, ha
manifestado que continuará su lucha en pro de la educación de las niñas
paquistaníes. Solo que esta vez tendrá que hacerlo desde el Reino Unido,
en donde hoy reside junto con su familia. Los talibanes reiteraron sus
amenazas y advirtieron de que intentarán matarla de nuevo. Pero ni eso
detiene a Malala.
Y es que aunque el TTP intentó silenciarla, su voz ahora se escucha
más fuerte que nunca, tal como lo expresara la actriz Angelina Jolie.
“Los talibanes... en un brutal intento por silenciar su voz, lograron
que se escuchara con más fuerza”.
Jolie aportó 200 mil dólares a la financiación de un proyecto educativo en Pakistán que lleva el nombre de Malala Yousafzai.
EFECTO MALALA
Su historia de perseverancia y valor ha convertido a la joven
paquistaní en un ícono y ya figura entre los candidatos para el premio
Nobel de la Paz de 2013, según www.elmundo.es.
Además, su foto ocupa la primera de las portadas de la edición de la revista Time que recoge la lista de las 100 personas más influyentes del mundo.
Aunque ha recibido muchos otros premios, para Malala el mayor
reconocimiento es poder servir a su pueblo: “ Cuando tu gente te
necesita, tienes que acudir”.
El precio de enseñar y aprender
La educación más que una oportunidad se ha convertido en un grave
riesgo para las niñas de Pakistán. El caso de Malala sirvió para dejar
al descubierto la tragedia que sufren las mujeres que quieren estudiar
en ese país. Ellas arriesgan su vida por los libros, porque el régimen
talibán les ha prohibido el acceso a este derecho. Pero no solo las
niñas corren peligro. Otro nombre en la larga lista de heroínas que
luchan por superar estas limitaciones injustas, absurdas y humillantes
es el de Shahnaz Nazli, de 41 años de edad.
Nazli daba clases a niñas en un colegio en la localidad de Shahkas en la frontera con Afganistán.
A 200 metros de las puertas del centro escolar, dos desconocidos que
iban en una moto le dispararon. La mujer cayó al suelo mal herida. Horas
después murió en un hospital. Su único delito: ser maestra.
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