Un Presidente discordante
Cuando buscaba votos, Martinelli se oponía verticalmente a las partidas circuitales. Ahora las defiende
Flor Mizrachi Angel
En campaña, Ricardo Martinelli dijo que las partidas eran fondos proselitistas y ´un retroceso en materia de transparencia´
Era Ricardo Martinelli, el idealista. El hombre que decía ponerse en
los zapatos del pueblo. El que se proyectaba como el creador de empleos y
aseguraba conocer los páramos e injusticias que pasaban los pobres por
el abuso de los poderosos.
Fue así como, desde 2003, Martinelli empezó a tratar de conquistar la consciencia de los panameños.
El empresario que soñaba con ser Presidente aprovechó la exposición
mediática. Y uno de los blancos de sus críticas fueron las tan
cuestionadas partidas circuitales de los diputados.
Por seis años –desde que empezó su primera y fallida campaña hasta
que ganó la segunda, en 2009– repitió, en distintos escenarios, que esos
fondos eran una herramienta de los diputados para hacer proselitismo.
El 23 de diciembre de 2004, por ejemplo, escribió un artículo de
opinión que se publicó en La Prensa, en el que alabó la gestión del
expresidente Ernesto Pérez Balladares (1994-1999) por su legado en
obras, pero le reprochó haber habilitado las partidas circuitales.
Meses más tarde (el 27 de octubre de 2005) criticó al gobierno de
Martín Torrijos (2004-2009) por no tener voluntad para eliminar las
prebendas de los diputados. “Eso llevará a los panameños a hastiarse del
sistema político”, dijo entonces.
En 2007, cuando los diputados intentaron (finalmente sin éxito)
incluir en el Reglamento Interno de la Asamblea las partidas
circuitales, que fueron eliminadas en 2001 por el gobierno de Mireya
Moscoso, el asunto volvió a ser parte de sus discursos.
“Esos fondos son utilizados por los diputados para lograr canonjías
en sus circuitos y costear la política con fondos del Estado”, repitió
el candidato el 22 de septiembre de 2007, no sin antes asegurar que era
“una bribonada y una sinvergüencería” que servía como herramienta al
entonces presidente de la Asamblea, Pedro Miguel González, para
“comprar” el aprecio de sus colegas.
En ese momento también dijo que, si se restituían las partidas –las
que también calificó como “un retroceso en materia de transparencia y
descentralización en la administración gubernamental”– y él llegaba a
ser Presidente, las eliminaría.
Y el 11 de abril de 2008, cuando el Gabinete dio al Fondo de
Inversión Social (hoy Programa de Ayuda Nacional) un crédito de $12.9
millones y a la Asamblea uno de $4.5 millones con la alegación de que se
trataba de procedimientos normales, Martinelli dijo que eran “partidas
circuitales encubiertas para que los diputados hagan proselitismo” y que
buscaban apuntalar a los candidatos porque se acercaba la campaña.
Además, en su plan de gobierno, Martinelli prometió que lucharía
contra la corrupción porque “el pueblo desea conocer cómo se invierten
sus impuestos, y rechaza el mal uso y abuso de los fondos públicos”.
180 GRADOS
Ya en el poder, su discurso ha dado un drástico giro. Tras la
reciente divulgación de reportes que detallan que entre 2010 y 2011 su
gobierno destinó $156 millones en partidas circuitales para los
diputados, sin los debidos controles, el Presidente ha dejado claro que
ya no tiene en tan mal concepto ese dinero, que hoy califica como
“fondos para hacer obras”.
Ya confirmó con naturalidad que todos los diputados piden y reciben
fondos del Ejecutivo, y afirmó que no tiene “ni la más remota idea de
cuánto les asignan, pero no es gran cantidad”.
Ahora, cuando es acusado de manejar las partidas con criterio
político y no social, declara que “hicieron de algo chiquitito, algo
inmenso, por motivos políticos”.
Los dardos que quedaron atrás
La Asamblea no era solo objeto de críticas de Martinelli por las
partidas. El 27 de febrero de 2002, antes de buscar la Presidencia por
primera vez, abogó para que los diputados se despojaran de su inmunidad.
En esa campaña, incluso, propuso que, de ganar, limitaría la reelección
legislativa a un período y bajaría a 50 el número de diputados. También
prometió cambiar la ley para que magistrados, contralores y
procuradores fueran nombrados por las dos terceras partes de la Asamblea
y así evitar la intromisión del Ejecutivo. Ninguna de esas ideas es hoy
realidad.
En su segunda campaña, Martinelli criticó a los diputados por cobrar
por sesiones extraordinarias que no arrojaban resultados (27 de febrero
de 2007), por comprar laptop para sus curules (14 de septiembre de 2006)
y por querer aplicarse el fuero procesal (19 de junio de 2006).
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