jueves, 7 de marzo de 2013

Un Presidente discordante

Cuando buscaba votos, Martinelli se oponía verticalmente a las partidas circuitales. Ahora las defiende

Flor Mizrachi Angel
 
 
En campaña, Ricardo Martinelli dijo que las partidas eran fondos proselitistas y ´un retroceso en materia de transparencia´

Era Ricardo Martinelli, el idealista. El hombre que decía ponerse en los zapatos del pueblo. El que se proyectaba como el creador de empleos y aseguraba conocer los páramos e injusticias que pasaban los pobres por el abuso de los poderosos.

Fue así como, desde 2003, Martinelli empezó a tratar de conquistar la consciencia de los panameños.
El empresario que soñaba con ser Presidente aprovechó la exposición mediática. Y uno de los blancos de sus críticas fueron las tan cuestionadas partidas circuitales de los diputados.

Por seis años –desde que empezó su primera y fallida campaña hasta que ganó la segunda, en 2009– repitió, en distintos escenarios, que esos fondos eran una herramienta de los diputados para hacer proselitismo.

El 23 de diciembre de 2004, por ejemplo, escribió un artículo de opinión que se publicó en La Prensa, en el que alabó la gestión del expresidente Ernesto Pérez Balladares (1994-1999) por su legado en obras, pero le reprochó haber habilitado las partidas circuitales.

Meses más tarde (el 27 de octubre de 2005) criticó al gobierno de Martín Torrijos (2004-2009) por no tener voluntad para eliminar las prebendas de los diputados. “Eso llevará a los panameños a hastiarse del sistema político”, dijo entonces.

En 2007, cuando los diputados intentaron (finalmente sin éxito) incluir en el Reglamento Interno de la Asamblea las partidas circuitales, que fueron eliminadas en 2001 por el gobierno de Mireya Moscoso, el asunto volvió a ser parte de sus discursos.

“Esos fondos son utilizados por los diputados para lograr canonjías en sus circuitos y costear la política con fondos del Estado”, repitió el candidato el 22 de septiembre de 2007, no sin antes asegurar que era “una bribonada y una sinvergüencería” que servía como herramienta al entonces presidente de la Asamblea, Pedro Miguel González, para “comprar” el aprecio de sus colegas.

En ese momento también dijo que, si se restituían las partidas –las que también calificó como “un retroceso en materia de transparencia y descentralización en la administración gubernamental”– y él llegaba a ser Presidente, las eliminaría.

Y el 11 de abril de 2008, cuando el Gabinete dio al Fondo de Inversión Social (hoy Programa de Ayuda Nacional) un crédito de $12.9 millones y a la Asamblea uno de $4.5 millones con la alegación de que se trataba de procedimientos normales, Martinelli dijo que eran “partidas circuitales encubiertas para que los diputados hagan proselitismo” y que buscaban apuntalar a los candidatos porque se acercaba la campaña.

Además, en su plan de gobierno, Martinelli prometió que lucharía contra la corrupción porque “el pueblo desea conocer cómo se invierten sus impuestos, y rechaza el mal uso y abuso de los fondos públicos”.

180 GRADOS

Ya en el poder, su discurso ha dado un drástico giro. Tras la reciente divulgación de reportes que detallan que entre 2010 y 2011 su gobierno destinó $156 millones en partidas circuitales para los diputados, sin los debidos controles, el Presidente ha dejado claro que ya no tiene en tan mal concepto ese dinero, que hoy califica como “fondos para hacer obras”.

Ya confirmó con naturalidad que todos los diputados piden y reciben fondos del Ejecutivo, y afirmó que no tiene “ni la más remota idea de cuánto les asignan, pero no es gran cantidad”.

Ahora, cuando es acusado de manejar las partidas con criterio político y no social, declara que “hicieron de algo chiquitito, algo inmenso, por motivos políticos”.

 Los dardos que quedaron atrás

La Asamblea no era solo objeto de críticas de Martinelli por las partidas. El 27 de febrero de 2002, antes de buscar la Presidencia por primera vez, abogó para que los diputados se despojaran de su inmunidad. En esa campaña, incluso, propuso que, de ganar, limitaría la reelección legislativa a un período y bajaría a 50 el número de diputados. También prometió cambiar la ley para que magistrados, contralores y procuradores fueran nombrados por las dos terceras partes de la Asamblea y así evitar la intromisión del Ejecutivo. Ninguna de esas ideas es hoy realidad.

En su segunda campaña, Martinelli criticó a los diputados por cobrar por sesiones extraordinarias que no arrojaban resultados (27 de febrero de 2007), por comprar laptop para sus curules (14 de septiembre de 2006) y por querer aplicarse el fuero procesal (19 de junio de 2006).

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