martes, 19 de marzo de 2013

Odisea para abordar un Metro Bus

Los usuarios exigieron ayer mayor circulación de las unidades del Metro Bus. Sin embargo, las autoridades afirmaron que hubo una mejoría en el servicio.
 
Didier Hernán Gil Gil Yaritza GriCel Mojica


El panorama del transporte ayer en la capital fue similar al del pasado viernes cuando ingresó el Metro Bus en las nueve últimas rutas, donde operaban los conocidos “diablos rojos”.

En la plaza 5 de Mayo, a las 5:45 a.m. las filas para recargar las tarjetas de Metro Bus eran largas. Igual de extensas eran las de usuarios que esperaban un vehículo en la vieja sede del museo Reina Torres de Araúz.

Entre las pasajeras estaba Kenia Pérez, residente en Villas de La Alameda de Arraiján, quien tomó un taxi pirata para llegar a la ciudad porque tenía una cita médica en el Complejo Hospitalario Metropolitano de la Caja de Seguro Social. Pero de nada le valió salir desde las 4:00 a.m., pues eran las 6:00 a.m. y no lograba subir a un bus.

Visiblemente molesta cuestionó “¿por qué sacaron a los diablos rojos?”.

Madrugada de ajetreo

En la taquilla de recarga, a medida que amanecía eran más los clientes en la fila.

De las cuatro ventanillas delanteras de la taquilla, solo tres funcionaban y otra advertía de que estaba “cerrada”. Pero aun en la parte trasera de la taquilla, solo funcionaba una ventanilla de las cuatro que había.

A las 6:24 a.m. luego de casi siete minutos de haber suspendido el servicio de recarga, alegando el cambio de turno, las trabajadoras de la taquilla empezaron a regalar tarjetas con $2 de recarga para evitar la molestia de los usuarios. Y no fue hasta 10 minutos después cuando volvieron a ofrecer el servicio de recarga.

Pero los problemas continuaban. A eso de las 6:37 a.m. la multitud de usuarios ocupaba ya dos paños de la vía frente a la plaza 5 de Mayo. Cada vez que aparecía un bus vacío, los pasajeros corrían y se empujaban para ser los primeros en subir.

En vista de que los usuarios iban tarde, algunos golpearon ventanas y puertas de los buses para que los dejaran entrar. Otros aprovechaban cuando los pasajeros bajaban del bus para ingresar por la puerta trasera, sin pagar y arriesgándose a sufrir alguna lesión.

Los reproches no se hacían esperar. “¿Dónde quedó lo cómodo, seguro y confiable?”, reclamaba Isaura Medina a los policías que intentaban poner orden en la vía. No obstante, los agentes solo se limitaban a decir: “cuidado con las llantas, señores, el bus ya está lleno”.

Según Medina, el servicio Metro Bus está igual que los “diablos rojos”, ya que los pasajeros suben por las puertas traseras y van en el vehículo como “nance en botella”.

La capacidad de cada bus es de 35 pasajeros sentados y 50 de pie, pero la experiencia de ayer demostró que esas cifras no se ajustan a la realidad.

A unos kilómetros de ese lugar, en la terminal de Albrook, los más afectados eran los pasajeros que iban hacia Ciudad del Saber. La taquilla de recarga de ese lugar igual que la de la plaza 5 de Mayo mantenía una larga fila de personas, que se perdía en el horizonte.

La Historia se repite

Empujones, gritos y desesperación también vivieron ayer centenares de usuarios de los sectores de Veranillo, Panamá Viejo, Chilibre, Alcalde Díaz, entre otras rutas que ahora utilizan el servicio de Metro Bus.

En el sector de Veranillo, San Miguelito, el caos se hizo presente cuando los usuarios de los sectores 32, 18, 20, 21 y 19 de Samaria debieron caminar largas distancias para llegar al centro comercial Los Andes, donde los autobuses realizaban la primera parada.

Las filas eras extensas para cada servicio: Transístmica, Ricardo J. Alfaro y vía España. Sin embargo, cuando llegaba un Metro Bus los usuarios rompían fila y uno sobre otro se lanzaban para intentar ingresar al bus a punta de empujones.

Mujeres con niños en brazos y estudiantes eran los más expuestos en esta pelea por un servicio de transporte.

Alejandro Pineda fue una de esas personas que caminó desde el puente Rojo, en Samaria, hasta la parte de atrás del centro comercial Los Andes, donde improvisaron la primera parada de buses.

Alba Aldeano fue otra usuaria que reclamaba un mejor servicio para la ruta de Veranillo. “Los Metro Bus no se mueven con la frecuencia que Veranillo estaba acostumbrado a tener”, afirmó.

Para Aquilina Duarte, residente en Alcalde Díaz, madrugar desde las 4:00 a.m, no fue suficiente para llegar a su cita médica. “Tomé un bus pirata a las 5:30 a.m. para llegar hasta la Gran Estación en San Miguelito, pero allí me quedé estancada, no pude montarme en el Metro Bus”, añadió.

Aumentó la demanda

El gerente de la empresa Sonda, Daniel Guerra, manifestó que el pasado viernes se reflejó un aumento de 103% en las recargas, pues se pasó de hacer 6 mil recargas a 13 mil en una hora.

El representante de Sonda añadió que “hubo mucho estrés” en el sistema de recargas, ya que la introducción del sistema coincidió con la quincena. Además, se pasó de 450 mil viajes diarios en promedio a 750 mil.

También reconoció que las taquillas de 5 de Mayo y la terminal de Albrook siguen siendo las de mayor demanda. No obstante, informó que próximamente redistribuirán 50 sitios de recarga, de los mil que existen, en las últimas nuevas rutas que salieron del sistema.

Por su lado, la empresa Mi Bus dio a conocer que los mil 200 buses que están operando en la ciudad capital y San Miguelito brindan un servicio global y no son exclusivos para una ruta específica.

Ayer el ministro de la Presidencia, Roberto Henríquez, dijo que el Metro Bus no es la solución total al sistema de transporte público, sino que representa solo un 40%.

En tanto, David Ramírez, del Movimiento de Usuarios 23 de Octubre, cree que la empresa no está cumpliendo con su papel de mejorar el servicio de transporte en la ciudad capital. “Hay que tomar medidas”, acotó.

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