Los usuarios exigieron ayer mayor circulación
de las unidades del Metro Bus. Sin embargo, las autoridades afirmaron
que hubo una mejoría en el servicio.
Didier Hernán Gil Gil Yaritza GriCel Mojica
El panorama del transporte ayer en la capital fue similar al del
pasado viernes cuando ingresó el Metro Bus en las nueve últimas rutas,
donde operaban los conocidos “diablos rojos”.
En la plaza 5 de
Mayo, a las 5:45 a.m. las filas para recargar las tarjetas de Metro Bus
eran largas. Igual de extensas eran las de usuarios que esperaban
un vehículo en la vieja sede del museo Reina Torres de Araúz.
Entre
las pasajeras estaba Kenia Pérez, residente en Villas de La Alameda de
Arraiján, quien tomó un taxi pirata para llegar a la ciudad porque
tenía una cita médica en el Complejo Hospitalario Metropolitano de la
Caja de Seguro Social. Pero de nada le valió salir desde las 4:00 a.m.,
pues eran las 6:00 a.m. y no lograba subir a un bus.
Visiblemente molesta cuestionó “¿por qué sacaron a los diablos rojos?”.
Madrugada de ajetreo
En la taquilla de recarga, a medida que amanecía eran más los clientes en la fila.
De
las cuatro ventanillas delanteras de la taquilla, solo tres
funcionaban y otra advertía de que estaba “cerrada”. Pero aun en la
parte trasera de la taquilla, solo funcionaba una ventanilla de las
cuatro que había.
A las 6:24 a.m. luego de casi siete minutos de
haber suspendido el servicio de recarga, alegando el cambio de turno,
las trabajadoras de la taquilla empezaron a regalar tarjetas con $2 de
recarga para evitar la molestia de los usuarios. Y no fue hasta 10
minutos después cuando volvieron a ofrecer el servicio de recarga.
Pero
los problemas continuaban. A eso de las 6:37 a.m. la multitud de
usuarios ocupaba ya dos paños de la vía frente a la plaza 5 de Mayo.
Cada vez que aparecía un bus vacío, los pasajeros corrían y se
empujaban para ser los primeros en subir.
En vista de que los
usuarios iban tarde, algunos golpearon ventanas y puertas de los buses
para que los dejaran entrar. Otros aprovechaban cuando los pasajeros
bajaban del bus para ingresar por la puerta trasera, sin pagar y
arriesgándose a sufrir alguna lesión.
Los reproches no se hacían
esperar. “¿Dónde quedó lo cómodo, seguro y confiable?”, reclamaba
Isaura Medina a los policías que intentaban poner orden en la vía. No
obstante, los agentes solo se limitaban a decir: “cuidado con las
llantas, señores, el bus ya está lleno”.
Según Medina, el servicio
Metro Bus está igual que los “diablos rojos”, ya que los pasajeros
suben por las puertas traseras y van en el vehículo como “nance en
botella”.
La capacidad de cada bus es de 35 pasajeros sentados y
50 de pie, pero la experiencia de ayer demostró que esas cifras no se
ajustan a la realidad.
A unos kilómetros de ese lugar, en la
terminal de Albrook, los más afectados eran los pasajeros que iban hacia
Ciudad del Saber. La taquilla de recarga de ese lugar igual que la de
la plaza 5 de Mayo mantenía una larga fila de personas, que se
perdía en el horizonte.
La Historia se repite
Empujones,
gritos y desesperación también vivieron ayer centenares de usuarios de
los sectores de Veranillo, Panamá Viejo, Chilibre, Alcalde Díaz, entre
otras rutas que ahora utilizan el servicio de Metro Bus.
En el
sector de Veranillo, San Miguelito, el caos se hizo presente cuando los
usuarios de los sectores 32, 18, 20, 21 y 19 de Samaria debieron
caminar largas distancias para llegar al centro comercial Los Andes,
donde los autobuses realizaban la primera parada.
Las filas eras
extensas para cada servicio: Transístmica, Ricardo J. Alfaro y vía
España. Sin embargo, cuando llegaba un Metro Bus los usuarios rompían
fila y uno sobre otro se lanzaban para intentar ingresar al bus a punta
de empujones.
Mujeres con niños en brazos y estudiantes eran los más expuestos en esta pelea por un servicio de transporte.
Alejandro
Pineda fue una de esas personas que caminó desde el puente Rojo, en
Samaria, hasta la parte de atrás del centro comercial Los Andes, donde
improvisaron la primera parada de buses.
Alba Aldeano fue otra
usuaria que reclamaba un mejor servicio para la ruta de Veranillo. “Los
Metro Bus no se mueven con la frecuencia que Veranillo estaba
acostumbrado a tener”, afirmó.
Para Aquilina Duarte, residente en
Alcalde Díaz, madrugar desde las 4:00 a.m, no fue suficiente para
llegar a su cita médica. “Tomé un bus pirata a las 5:30 a.m. para
llegar hasta la Gran Estación en San Miguelito, pero allí me quedé
estancada, no pude montarme en el Metro Bus”, añadió.
Aumentó la demanda
El
gerente de la empresa Sonda, Daniel Guerra, manifestó que el pasado
viernes se reflejó un aumento de 103% en las recargas, pues se pasó de
hacer 6 mil recargas a 13 mil en una hora.
El representante de
Sonda añadió que “hubo mucho estrés” en el sistema de recargas, ya que
la introducción del sistema coincidió con la quincena. Además, se pasó
de 450 mil viajes diarios en promedio a 750 mil.
También
reconoció que las taquillas de 5 de Mayo y la terminal de Albrook siguen
siendo las de mayor demanda. No obstante, informó que próximamente
redistribuirán 50 sitios de recarga, de los mil que existen, en las
últimas nuevas rutas que salieron del sistema.
Por su lado, la
empresa Mi Bus dio a conocer que los mil 200 buses que están operando en
la ciudad capital y San Miguelito brindan un servicio global y no son
exclusivos para una ruta específica.
Ayer el ministro de la
Presidencia, Roberto Henríquez, dijo que el Metro Bus no es la solución
total al sistema de transporte público, sino que representa solo un 40%.
En
tanto, David Ramírez, del Movimiento de Usuarios 23 de Octubre, cree
que la empresa no está cumpliendo con su papel de mejorar el servicio de
transporte en la ciudad capital. “Hay que tomar medidas”, acotó.
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