martes, 28 de junio de 2011

Sergio Gálvez y su propia lucha de clases

La lucha de clases (‘by Chello’)

Paco Gómez Nadal
paco@prensa.com
Imaginen que alguien ajeno a la vida política criolla cae por casualidad en el video de la minientrevista que le hizo a Chello Gálvez el periodista Deivis Eliécer Cerrud. Imaginen que el espectador no sabe de las andanzas de Chello: de cómo reparte comida a sus electores tratándolos como mendigos en lugar de desarrollar proyectos para El Chorrillo; de cómo se pasa el día en un café de Clayton lejos de las balaceras y los sinsabores de sus representados; de cómo ha pasado de ser el mayor ausente en la Asamblea Nacional a descolgarse con las propuestas más peregrinas (incluida la reelección presidencial o la ley para operar a todos los obesos de la República que no tienen una gruesa cuenta de ahorros como la de él, entre otras); de cómo presume en público de la calidad y la cantidad de su vida sexual; de cómo quiere ser alcalde pisoteando primero a su socio de ¿alianza?, en fin… de su peculiar estilo bárbaro y básico, representante de toda la bajeza que la política no debería representar.
Cierto es que el actual Presidente gusta de rodearse de personajes rofiones, como Chello Gálvez o Alma Cortés (que aplica la máxima de “mejor disparar antes de preguntar y pedir perdón antes que perder el puesto”). Cierto. Pero, el video no tiene desperdicio. Ahora resulta que la defensa del Casco Antiguo de Panamá es cosa de ricos (y seguro que de extranjeros). También aprendimos que según la doctrina de Chello Gálvez los habitantes de El Chorrillo odian el mar, la arena o disfrutar de una hermosa vista. Así, es cierto, se consolida el gueto y, fundamentalmente, la dependencia de los votantes. Dice el prócer chorrillero que eso del agua salada y las vistas es cosa de ricachones. Y es posible que hasta tenga razón. Pero el objetivo de cualquier sociedad decente debería ser que los habitantes de barrios como El Chorrillo decidan si quieren estar encerrados en Patio Pinel por miedo a recibir un balazo en la excursión o si prefieren sentarse en la playa con sus hijos a construir sueños de arena.
Para Chello, la “cinta costera 3” es un proyecto bonito, para descongestionar el tráfico… claro, que según su propia doctrina, a los chorrilleros les debería resbalar este asunto porque al ser pobres, tampoco deben tener carro ni les debe gustar lo bonito. No, ellos prefieren que las calles tengan algo de basura, que los edificios donde viven sean feos y poco ventilados, disfrutan del calor y del sudor pero, ¡atención!, con tal de ayudar al resto de la ciudadanía, están dispuestos a sacrificar la pesca o la Avenida de los Poetas para que la “ciudad se vea más bonita” (Chello dixit).
De verdad que lo de las declaraciones de los políticos del patio están rozando el espanto. No es que hayan tenido mucho nivel habitualmente, pero con este gobierno el estilo DJ Black y la doble moral presidencial se han instalado en la genética política.
La lucha de clases que plantea Chello Gálvez tiene muy poca clase y suena extraña viniendo de un hombre que defiende y adora a su líder, un multimillonario que pasa sobre El Chorrillo en su jet privado y que, si fumara, encendería los cigarrillos con billetes de 100 dólares sólo por sacar pecho (o barriga... Aunque olvidaba que, ahora, gracias a Chello, todos podremos ser delgados y bellos: algo que a la gente de El Chorrillo que odia las bonitas vistas le debe traer sin cuidado).
El tema de la cinta costera ya cansa. Y cansa porque es parte de un esquema prediseñado hace mucho tiempo por las élites del país y que, al menos, estos dos últimos gobiernos han ejecutado a la perfección. Cansan las mentiras, los viajes a París a mentir, los aplazamientos de cartón piedra, la hipocresía. Igual que cansan las supuestas innovaciones de este Ejecutivo, como el nuevo marco de iniciativas público-privadas, que no nace para ayudar al país, sino para desarrollar proyectos faraónicos sin beneficio alguno para los ciudadanos.
¿Cuándo diremos las cosas como son?, ¿cuándo dejaremos de reproducir las falacias y las vulgaridades de los políticos?, ¿cuándo se animarán los medios de comunicación a hacer una huelga de brazos caídos que impida que tanta porquería verbal se vierta sobre nuestra sociedad?

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