domingo, 29 de mayo de 2011

Inundación y desesperación

HIDROELÉCTRICAS

Inundación y desesperación

Betty Brannan Jaén
laprensadc@aol.com

Por considerarlo de gran preocupación les publico esta columna, aparecida el dia de hoy en periódico La Prensa en su sección de Opinión. De ser así, sería lamentable de, como un vez más, empresas transnacionales pisotean el derecho y hasta la vida de los más marginados de nuestro país. Donde estan las primeras planas de los periódicos para que hagan un llamado a la defensa de nuestros indígenas.

WASHINGTON, D.C. –Es un cuento clásico de David contra Goliat. La comunidad ngäbe es pobre y vulnerable. Su adversario, la empresa AES, es una de las más ricas y poderosas del planeta, con ingresos anuales de 14 mil millones de dólares. La vida de un ngäbe es sencilla, pero dura; frecuentemente implica vivir en condiciones escuálidas y pasar hambre. La vida de un dirigente de AES, por contraste, es una de lujos extraordinarios. Roger Sant, el cofundador de AES, tiene una fortuna estimada en mil 700 millones de dólares. Sant donó una sala oceánica al Smithsonian que costó 15 millones de dólares y también regaló 800 mil dólares para que el zoológico de Washington adquiriera dos pandas de China.
En esta batalla tan desigual, David está perdiendo y a punto de ahogarse. Es que cuando hay conflicto entre derechos indígenas y dinero, el dinero siempre gana, me comentó un norteamericano años atrás. Quise pensar que no sería cierto en el caso de las hidroeléctricas en Panamá, pero los hechos han destruido esa ilusión. Desde Bocas del Toro, en los últimos días, me han estado llegando correos y llamadas avisando de la inundación del embalse de Chan 75 (también conocido como Chan 1), sin siquiera esperar que los moradores del área terminen de evacuarlo. Incluso me dicen que empleados de una entidad creada por AES han llegado con motosierras a tumbar casas, tengan residentes o no. “Sencillamente le cortan las patas a la casa y la derriban”, dijo una fuente. Un ngäbe, Luis Ábrego, me habló de casas quemadas con gente adentro, incluso niños. Normalmente, me dicen, los residentes de la casa logran salir a tiempo, pero pierden todas sus pertenencias y quedan traumatizados, como es de esperarse.
“El agua está subiendo, y los ngäbes han caído en desesperación”, me indicó un experto panameño en temas indígenas. Según él, AES ha cerrado las compuertas de la represa, pero insiste en que solo se trata de una prueba. Este calificó de “irresponsable” e “increíble” la acción de AES. “Es sencillamente inaceptable que las autoridades panameñas permitan la inundación de esta área sin asegurar que todas las familias ngäbes han sido trasladadas a un lugar seguro”, sentenció un comunicado de Amnistía Internacional.
Algunos me dirán que los indígenas que todavía están el área son los que han querido quedarse, obstinadamente, por encima de todo intento de sacarlos a las buenas. Responderé que la información que tengo es que jamás se negoció de buena fe con los ngäbe y que totalmente se les violó su derecho de ser consultados antes del proyecto, obtener su consentimiento previo, y fijar compensación justa. Estos derechos son protegidos –sobre el papel– por varias convenciones internacionales.
El viernes en la tarde hablé por teléfono con el indígena Bernadino Morales, quien me dijo que su finca ya está bajo agua y que la empresa rehúsa negociar con él. Morales y Ábrego me hablaron de cultivos perdidos, de casas amenazadas por el agua que sube, y de animales muertos por toda el área (perros, pollos, ganado). El abogado de Morales plantea que AES no negocia con él, porque quiere que su caso dé esta lección a otros indígenas afectados por proyectos futuros: Quien no acepte rápidamente la postura de la empresa se quedará sin nada. “Los compañeros están indefensos”, puntualizó Ábrego.
Pero, también, hablé por vía electrónica con otro Morales –Lars Morales–, un panameño que vive en Estados Unidos y que está preocupado por la situación de los ngäbe. Este le ha escrito al congresista Jared Polis (demócrata de Colorado). “Lo instamos a que bloquee el acuerdo de libre comercio con Panamá hasta que el gobierno corrupto [y] rabi-blanco de Martinelli acepte cumplir con las reglas internacionales y respetar los derechos humanos”, le escribió Morales a Polis.
Interesante táctica. Veremos si rinde fruto.

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