jueves, 28 de julio de 2011

Calificadoras basura

Calificadoras basura
 
DEMETRIO OLACIREGUI Q.

La agencia calificadora de riesgo Standard & Poor’s fue condenada en Italia a pagar $1.3 millones a la transnacional italiana Parmalat por haber usado información falsa para darle nota positiva a la empresa. Parmalat había pedido una indemnización de $6,000 millones. Su quiebra fue una de las más grandes del mundo junto a las producidas por Enron, WorldCom y Lehman Brothers en Estados Unidos a las que las calificadoras de riesgo ponían notas altas y falsificaban el verdadero estado de sus finanzas.

Las calificadoras de riesgo se han metido recientemente por la puerta trasera y puesto en peligro la gobernabilidad democrática de países de Europa. Cual nuevas dictaduras están enseñoreándose de espacios políticos, ya no solo económicos, y se imponen de manera despótica y unilateral sobre gobiernos elegidos democráticamente.

El caso europeo demuestra la manera caprichosa como actúan Moody’s, Standard & Poor’s y Fitch para imponer una rápida reducción del déficit a través de un drástico recorte del gasto público. En la medida no cuentan las personas ni las políticas públicas. Pareciera existir una acción premeditada para empujar a Europa hacia la deriva y con vientos contrarios generados por las órdenes unilaterales que dictan las agencias calificadoras sospechosamente en manos de intereses anglosajones. Como si el futuro democrático de Europa solo fuera importante para los europeos y no tuviera graves repercusiones en todo el mundo.

Las agencias calificadoras han provocado una acción financiera depredadora. Con la baja nota a economías como la de Grecia y Portugal hacen que suban los intereses que ofrecen por sus bonos y desatan la especulación. Además, se trata de decisiones contraproducentes, porque no dan tiempo para ver los efectos de las políticas de rescate financiero y, en el caso de Portugal, se toman cuando acaba de asumir un nuevo gobierno. Es como si siguieran un guión para tratar de romper la unidad europea.

Distintas voces han manifestado su determinación porque Europa tenga a mediano plazo su propia agencia calificadora de crédito. China cuenta con la suya, para no postrarse ante los designios de las agencias anglosajonas, aunque Fitch tiene capitales de la transnacional francesa Fimalac.

El mensaje es que las calificadoras llegan tarde a los ciclos de bonanza y contribuyen a hinchar burbujas que luego explotan. También llegan con retraso a las crisis profundizando las heridas con sobredosis de optimismo.

El portavoz de Asuntos Económicos de la Comisión Europea, Amadeu Altafaj, dijo que ‘este episodio desgraciado hace que nos cuestionemos el comportamiento de las agencias de calificación y su, digamos, clarividencia’. ‘Sobreactúan por su propio interés, fomentan actividades especuladoras y no rinden cuentas a nadie. Es hora de romper el oligopolio de las agencias de calificación y limitar su influencia’, añadió.

Como provienen de fuera de la Unión Europea, desconocen la realidad del grupo comunitario. Sus acciones han sido definidas como insultantes, irracionales, ilógicas, indecentes, inmorales y criminales. El ex presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva denunció recientemente a las agencias calificadoras de ‘pretender asumir el liderazgo mundial y especular con la crisis para beneficiar a sus bancos amigos’.

Esas mismas calificadoras le hacen el juego a los republicanos, al Tea Party y el gansterismo mediático de su aliado Rupert Murdoch, como si la suspensión de pagos por parte de Estados Unidos no tuviera un efecto catastrófico para la economía mundial.

Pero también le hacen el juego al régimen de Ricardo Martinelli. El endeudamiento público al que se suman los proyectos llave en mano, que juntos superarán en el quinquenio los $6,000 millones, además de $4,000 millones por ingresos del Canal y $1,000 millones por el incremento de los impuestos, representan un volumen de recursos sin precedentes en la historia nacional, cuyo principal beneficiario es Martinelli y su círculo de rapiña.

El país está frente a un régimen que desde que llegó al poder ha hecho más que ningún otro para que el Estado se vea carcomido por la corrupción, el clientelismo y el aumento de la pobreza. Pero este régimen que carece de autoridad moral, que ha debilitado las instituciones judiciales para que no existan barreras contra la impunidad recibe, a la vez, el visto bueno de las mismas calificadoras de riesgo que pretenden imponer su mandato a las naciones democráticas de Europa.

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