viernes, 20 de enero de 2012

Vamos mal... pero estamos bien: I. Roberto Eisenmann, Jr.

Roberto Eisenmann, Jr.

¿Tiene sentido el título de este artículo? ... momentáneamente sí, porque con un crecimiento mayor del 10% en el año que terminó estamos bien, pero con la conversión de nuestra democracia en “cleptocracia” (gobierno dominado por personas con el trastorno mental caracterizado por el impulso de robar) obviamente vamos mal... muy mal.

Todos sabemos que no hay economía sin política, así es que falta poco para que las mayorías reconozcan lo que algunos –con mayor sentido de futuro– vemos venir. La secuela de negocios con dinero del Estado, más los ataques personales, los discursos en los que se insulta a empresarios, medios y ciudadanos, las amenazas a alcaldes para lograr renuncias... van dejando sin aliento al corazón de los creativos productores del país. El uso político (claramente comprobado) de las auditorías de la DGI golpea a diario a empresarios, incluso con amenazas gansteriles: “si pones abogado, te secuestramos la empresa”.

Todo acto de corrupción y abuso requiere de obscuridad. La multiplicación de casos en los que las víctimas de abusos fueron acalladas con amenazas tipo gánster fue lo que nos llevó a nosotros a tomar la decisión de romper el silencio y hacer conocer los abusos para darle alguna protección a las múltiples víctimas. Solo alumbrando la obscuridad con luz podemos colectivamente parar los abusos. Esta lucha no es sobre casos específicos. Esta lucha es por la necesidad de parar los abusos que pronto dañarán no solo la democracia, sino también la economía... que todavía está bien.

Estamos frente a un gobierno que nos traicionó en lo primario: la honestidad y la gobernabilidad democrática. Es un gobierno dominado por una cúpula de gente primitiva que considera que la votación histórica recibida por su campaña antipolítica les permite mandar a su antojo, con una ausencia total de ética. Sienten que esa votación les otorgó el derecho a secuestrar la democracia y servirse en forma insaciable del dinero del Estado, metiendo todas las manos. Van camino a ser el gobierno –en democracia– más corrupto de la historia de nuestro país.

No parecen entender –dedicados como están a un diario autodesprestigio– que esto conduce irremediablemente a una implosión que será trágica para el país. No parecen entender que la gente está llegando a un límite peligroso. Siguen ignorando el enrarecido entorno de poda de ilusiones que están creando.

Todavía hay tiempo para rectificar. Es hora de pegar el oído a tierra y escuchar. El país está exigiendo un radical golpe de timón... pero no hay peor sordo que el que no quiere oír.

Yo todavía siento que hay políticos honestos, que hay partidos en renovación que pueden hacer oposición sin ser irracionales ... y ya se siente que hay la posibilidad de una concertación mínima nacional entre panameños... en pro de la institucionalidad democrática.

Es la hora de la ciudadanía renovadora, pero el tiempo se acaba. Mañana es tarde.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario